Foto: Danelis Sena |
Si no ha leído a Miguel de Cervantes es muy probable que este año termine atrapado por una de sus novelas... quizás hasta soñando con sus personajes o, en el mejor de los casos, realizando una quijotería (por cierto, muy necesaria en estos días).
La razón es que se cumplen 400 años del fallecimiento de este padre de la novela moderna... casi nada si se compara con el tiempo en que tardaron en encontrar los restos de su cuerpo: cuatro siglos (sí, la diferencia es abismal). Por eso, en este 2016, hay todo un programa de conmemoración en su honor, incluso en República Dominicana.
Pero, ¿qué tiene de especial “el escritor alegre” que aún sigue dando tanto de qué hablar? María José Rincón, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, lo tiene más que claro: “Cervantes es uno de los escritores más divertidos que hay en español, porque era un genio”.
Según sus palabras, aunque el autor de Don Quijote de la Mancha tuvo una vida durísima (estuvo en la guerra como soldado de España, por cinco años fue preso de los Turcos en el Palacio de Argel y nunca pudo trabajar en las Indias como solicitó), en sus escritos manejaba ironía y ternura, lo que ayuda a ver la realidad desde un punto de vista simpático.
“Sus novelas transmiten una cantidad de experiencias porque las escribió después de vivir de manera intensa... y probablemente si Cervantes no estuviese combatiendo a ISIS, estaría salvando refugiados en Grecia, porque siempre fue un hombre de acción”, asegura Rincón.
De hecho, ella afirma que si Cervantes no hubiese pasado por todo lo que pasó, a lo mejor no hubiese escrito el Quijote: “La vida de todos los personajes se da en el camino y eso era Cervantes, un caminante, porque nunca estuvo quieto”.
El hombre de acción, al que se refiere María José, intentó escapar cuatro veces de la prisión de los turcos, quienes pedían una alta suma de dinero para liberarlo porque entendían que se trataba de una persona importante para España, pues en su captura descubrieron unas cartas de recomendación dirigidas al Rey. Quizás por seguridad, o porque la cantidad de presos era muy alta, Cervantes guardó prisión en uno de los baños del palacio. De ahí que una de sus obras de entremés recibiese el título de “Los baños de Argel”.
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