Durante el asalto del
corsario Francis Drake a Santo Domingo en 1586, se destruyeron los altares y
ornamentos de la Catedral Primada de América, se robaron su campanario y se convirtieron
sus capillas en prisiones. Después de 426 años, y en el mismo lugar, conversamos con la escritora y
periodista Emilia Pereyra, quien recreó parte de lo que sucedió allí dentro y logró
plasmarlo en su novela “El grito del tambor”, publicada bajo el sello
editorial Alfaguara.
Usted comenzó a escribir ficción después que descubrió que alguien
leyó su diario personal, entonces, ¿por qué decide retomar las historias
verídicas?
Comencé a escribir el diario de seguro porque tenía una tendencia hacia
la escritura. Fue como algo natural el escribir historias de ficción primero y
luego hacer unos trabajos que se fundamentan en la realidad, que no dejan de
tener elementos de ficción porque toda obra no deja de tenerlos. Creo que el
tránsito se dio de una manera bastante natural y casi sin darme cuenta un paso
fue llevándome hacia otro.
Confiese:
¿No será porque ya perdonó a esa persona?
(Risas) ¡Claro que sí! Ese fue un
episodio de mi niñez que además me sirvió para algo muy hermoso: desarrollar
una carrera literaria. Creo que tengo suficiente recompensa para sentirme bien
con la escritura.
Escribir una novela de ficción
es de por sí un reto, ¿qué supone para su carrera de escritora una novela
histórica?
También escribir historias verídicas tiene implícito un gran desafío. En
este caso, que se trata de una novela histórica, el reto es respetar la
secuencia de los hechos, pero a la vez enriquecerlos tomando en cuenta que es
una obra de creación literaria, trabajar con el lenguaje, con la profundización
de los personajes y elaborar lo que digo que debe ser una gran metáfora de
la realidad. Pienso que ese fue el gran desafío, no hacer un reportaje o una
historia, sino una versión literaria de esos hechos. Ese era el gran reto y yo
espero haberlo cumplido.
Como usted
ha dicho “El grito del tambor” es una novela histórica, pero también tiene
algunos personajes de ficción, ¿cree usted que el lector notará la diferencia?
Bueno, pienso que si
alguien la lee sin haber leído ninguna de las entrevistas en las que toco
algunos de esos personajes de ficción, no se daría cuenta. Los personajes de
ficción que hay son muy pocos, pero además pudieron existir perfectamente. Creo
que se expresan, conducen y piensan de acuerdo al contexto histórico, no sería
fácil descubrirlos.
También ha
comentado que la novela se basa en hechos reales
documentados, ¿podría confirmar si Francis Drake realmente estaba enamorado de
la Reina de Inglaterra?
Hay indicios de
que sí. En todo lo que pude indagar de Drake encontraba una gran deferencia,
una suerte de fidelidad extrema hacia la figura de la reina, entonces fue un
poco aderezar, imaginar o suponer que podría haber un nivel de atracción hacia
la reina porque ella no le llevaba muchos años y como tu sabes, el poder seduce
(risas).
Usted ha
dicho que como país no
hemos aprendido mucho de las lecciones del pasado. ¿Cree en la frase que reza:
“El pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla”?
Sí, se tiende a repetir
constantemente. Lo penoso es que aun conociéndola, en muchas ocasiones, hay una
tendencia de los pueblos a repetir errores. Parece que los seres humanos
necesitamos sufrir en carne propia los episodios desgarradores, la desazón… Pienso
que, efectivamente, hay personas que sí aprenden de las lecciones del pasado
aunque no las hayan vivido y las toman en cuenta para no repetir, pero esas son
las menos; la mayor parte de las personas vive el día a día sin reparar mucho
en lo que les ha sucedido a otros, esa es la realidad, sobre todo en ámbitos
tropicales que nos entretenemos con muchas cosas.
Y ya que estamos en
la Catedral, ¿que se siente estar en un lugar que fue parte de su historia?
Me siento como si volviera
atrás, a esos momentos en que estaba trabajando con la novela, que fueron para
mí muy gratos porque disfruté mucho ese proceso creativo y aprendí mucho. Parte
del aprendizaje era hasta fijarme en cada una de las columnas y de las
capillas, las formas, darme cuenta de que este piso lo habían cambiado y de cuáles
han sido los procesos de restauración que ha experimentado la Catedral, o sea
que aquí me siento como en mis aguas, me siento muy bien (risas).
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