miércoles, 9 de abril de 2014

Andrés Neuman: "La gente que antes no leía, ahora lee lo que puede".

Foto: Karla Khouri
Lo recuerdo como si hubiese sido hoy. La cita estaba pautada para las 3:30 p.m. en el hotel donde se hospedaba el joven escritor argentino. Minutos antes, la representante de la editorial nos recibe -a la fotógrafa y a mí- en el lobby y nos guía hasta el décimo piso.

Era la primera vez que entrevistaba a un escritor. Los nervios (literalmente) me estaban matando, quizás por la inexperiencia -apenas tenía dos meses en ejercicio-, tal vez por la adrenalina de entrevistar a alguien que ejercía la profesión que yo siempre he anhelado tener, probablemente porque apenas pude leer cinco páginas de su libro -pues me lo enviaron un día antes del encuentro- o porque desde que había leído las críticas -“El autor que apostó por escribir una novela ambientada en el siglo XIX, con recursos estilísticos  de nuestra época”-, ya me parecía demasiado inteligente.

El hecho es que estaba allí, en el piso 10 del hotel en cuestión, esperando a que el ganador del Premio Alfaguara 2009 hiciera su entrada triunfal. Lo hizo luego de una breve espera. Llegó a la pequeña sala soleada en donde nos encontrábamos. Nos saludó y con una sonrisa preguntó si queríamos café. Ante nuestra negativa continuó sonriendo y pidió uno para él. Tomó asiento de manera 'chabacana' -como ¡vamos a lo que vinimos!- y colocó su taza en la mesita redonda que nos separaba.

Conversamos de manera breve, pues las fotos y la entrevista debían hacerse en solo 30 minutos, tiempo en que me comentó que los viajes que estaba haciendo para promocionar su libro no le causaban estrés, pero sí un poco de ansiedad al darse cuenta de que estaba viendo un país a través de una cerradura.
¿Usted se ha sentido atrapado en un Wandernburgo (lugar donde sucede la historia de "El Viajero del Siglo") alguna vez?
Mucha gente se ha sentido atrapado en un lugar. Están los extranjeros que no se encuentran a gusto en un lugar porque proceden de otro y no se acostumbran al nuevo, pero también hay una segunda clase de extranjeros más interesantes para la literatura, que son los que detestan el lugar en el que han nacido, los que nacieron inadaptados, y de esa gente hay mucha, más de lo que uno cree. Está el que viaja incesantemente en el caso de Hans, que no sabe cuál es su lugar en el mundo, pero también está el de quienes no tienen posibilidades de salir, de recursos o la vida personal que les permita viajar, esos son los extranjeros más intensos, los que no les gusta el lugar donde han nacido y no pueden salir. En ese sentido mucha gente vive en Wandernburgo. Precisamente la novela trata de abordar diferentes tipos de extranjerías. En la novela hay personajes extranjeros de otro país, personas que sienten que en su propio país son extranjeros, por eso se van, y hay otros personajes que nunca se pueden ir y eso los hace sentirse infelizmente extranjeros. Por eso de extranjerías y de viaje aparecen reflejados en la novela.

Coincidencialmente, gracias al Premio Alfaguara 2009, usted está viajando mucho. ¿Qué significa para un escritor ganar un premio que le permita hacer eso?
Por desgracia el mercado de libros en español está muy compartimentado, muy fragmentado, y para los que hemos nacido en Latinoamérica o vivimos del otro lado del charco es especialmente triste ver que nuestros libros se ahogan por el camino. Entonces eso solo se puede lograr con premios de esta categoría. No hay forma de tener presencia en las librerías de Asunción, de La Paz, sino era mediante un golpe de fortuna de esta naturaleza, así que lo que más me está gustando y lo que más emocionante me resulta es acompañar al libro en su viaje y ver que si está en todos los países. Me parece una excusa maravillosa para poder empezar a conocer algunos de esos países. En el caso de República Dominicana, donde no había estado nunca.

Dice una frase que se aprende más de los fracasos que del éxito. En el caso de usted que ha ganado varios premios por su trabajo, ¿qué aprendizaje ha obtenido?
Antes de todo esto hubo otras veces en las que perdí y nadie se enteró. Solo se hace público cuando un autor gana, pero ese escritor antes ha perdido muchas veces, entonces cuando le toca la suerte de ganar premios y cuando los gana es muy consciente de que pudo haberlos perdido. Uno solo es noticia cuando las cosas van bien, entonces alguien, un observador externo, puede tener la impresión de que ese autor solo conoce el éxito, porque lo que se publica es el éxito, pero el fracaso que es íntimo es fundamental para entender el valor de lo otro.

¿Y qué valor tiene su libro después de haber ganado el premio Alfaguara?
Tiene muchas cosas especiales para mí, pero lo que me interesa es saber lo que tiene de especial para el lector. Para mi significó mucho trabajo, es uno de los libros que más trabajo me costó. Las jornadas de trabajo fueron de 8, 10 ó 12 horas por día… La novela es una de esas de personajes, por lo tanto fue realmente intenso relacionarme con ellos y totalmente triste tener que dejarlos. Y en cuanto a cómo podría definirla, digamos que es un intento de reescribir el clásico género del folletín romántico desde una perspectiva mucho más atrevida, mucho más contemporánea. Tanto los recursos estilísticos que se emplean que son de nuestra época, no del siglo XIX, también hay recursos cinematográficos, efectos de zapping, etc. Una mezcla de literatura contemporánea, recursos visuales de la televisión y el cine, todo ese lenguaje no es el XIX. 

¿Teme usted que su trabajo no tenga la dimensión deseada cuando la mayoría de los materiales docentes solo incluyen libros de escritores tradicionales?
Me parece un error. Creo que falla también, aparte de la cultura general de la gente, las estrategias didácticas. No se le puede pedir a alguien que nunca ha leído un libro que disfrute el Quijote, eso es un profundo error. Yo creo que hay que empezar a enseñar a los jóvenes que la literatura sirve para explicar su realidad, no otra realidad. Es un poco de responsabilidad de todos. El programa que a veces está mal concebido, del profesor que se empeña en cumplirlo religiosamente al utilizar solo las fuentes más evidentes con el manual y también, por supuesto, responsabilidad de la familia, es decir, los alumnos llegan pésimamente educados al centro de enseñanza. Es un problema complejo que hay que abordar en conjunto si se quiere mejorar la situación. 

Hay quienes aseguran que la literatura se está volviendo comercial, ¿qué piensa usted al respecto?
No creo que la literatura se esté volviendo comercial, lo que creo es que ahora se publican más libros que antes y entonces se multiplica la cantidad de bestseller de baja calidad. Como ahora se ha democratizado la cultura, eso tiene consecuencias positivas y algunas negativas. Las positivas es que la gente que antes no leía ahora lee lo que puede. No leen a Borges, leen lo que pueden… Hay muchos libros para todos los públicos, hay para gente que no puede leer a Borges, pero si puede leer a Corín Tellado, Paulo Coelho, ¿y por qué va a ser malo eso? No es que la literatura se volvió comercial sino que el circuito de lectores se amplió.

Sinopsis de "El viajero del siglo"
Buscando una posada para pasar la noche, Hans detiene su coche de caballos en Wandernburgo, una ciudad entre Sajonia y Prusia. Se queda un día más y, al siguiente en la Plaza del Mercado, se fija en un anciano que toca el organillo. Emocionado por la música, se acerca a dejarle una propina y conversa con él. Pronto entablan amistad y la estancia de Hans se alarga indefinidamente. En una recepción de personalidades y familias importantes, conoce a unos apasionados contertulios y, sobre todo, a Sophie, la hija de uno de ellos. Aunque la joven está comprometida, surge el amor al que amenaza un enmascarado asesino que ronda la ciudad.

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