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Foto: Karla Khouri |
José Ovejero es un hombre arriesgado. A los 42 años decidió
abandonar un trabajo bien remunerado para hacer lo que realmente le gusta:
escribir. Y lo ha hecho tan bien que en el 2013 ganó el Premio Alfaguara por su
novela “La invención del amor”, historia de la que conversamos con él en su reciente
visita a República Dominicana.
Samuel dice que el
mayor enemigo de la felicidad es el miedo. ¿Coincide usted con él? Sí, ahí estamos de acuerdo. Creo que
a menudo lo que nos impide ser felices es el miedo al cambio, a salir de
nuestras costumbres, un poco confortables y seguras que tenemos, y no nos
atrevemos a arriesgar algo más, algo que de verdad nos llena.
¿Y cómo usted define la felicidad? La felicidad es un momento pasajero, quiero decir, lo
que no tiene sentido es imaginar la felicidad como estado real. Hay gente que
de pronto lo deja todo y se va a una isla del Caribe porque allí será feliz y
después de 20 días mirando el mar y de sentarse a tomar un daiquirí dice:
“Bueno, ¿y esto es todo?”, entonces la felicidad es únicamente conseguir esos
momentos que de alguna manera te llenan y en los que sientes que estás haciendo
lo que de verdad quieres hacer, pero ya te digo, esos momentos van divididos en
un montón de buenos momentos en los que hay que luchar por el siguiente.
Usted mencionó el
cambio, ¿puede el amor cambiar a una persona? Bueno, el amor en sí, no. Lo que pasa es que el amor a veces
nos hace dar cuenta de lo que nos falta y puede ser una especie de motor para
que cambiemos. A lo mejor por una mujer estamos dispuestos a cambiar un montón
de cosas de nuestra vida, que a lo mejor seguiríamos viviéndola rutinariamente
y que no nos satisfaciese, en ese sentido sí puede ser un empujón para
cambiar.
¿Eso fue lo que le pasó a Samuel? Sí, lo que pasa es que su amor es un poco particular porque
era inventado. Pero la imaginación también sirve para eso, para darnos cuenta
de lo que nos falta y encaminarnos hacia ello aunque luego no lo consigamos
exactamente. Samuel no va a conseguir haber tenido una relación con Clara, pero
aun así se pregunta: “¿Quién sería yo si Clara me hubiese querido?”, solo con
esa pregunta empieza a darse cuenta de que él podría ser otra persona.
Pero él se da cuenta de que en realidad ama a Carina… Bueno, tiene sus dudas, no está del
todo seguro porque dice que está enamorado pero se queda perplejo: “¿De verdad lo
estoy o sencillamente estoy diciéndolo?”, como ha dicho tantas cosas durante el
libro porque sí, porque se le ocurre y a ver qué pasa, pero es posible que sí.
¿Y entonces por qué sucede esa evolución de Samuel? Porque por absurdo que sea, al
empezar a obsesionarse con Clara, empieza de verdad a sentir, cosa que no hacía
previamente. Siente en una situación peculiar, por una mujer a la que no conoce,
y para acercarse a ella empieza a engañar a todo el mundo, con lo cual empieza
a sentir esa sensación de riesgo, de atreverse a hacer algo; en algún momento
de la novela dice: “Nunca me atreví a hacer algo verdaderamente drástico”,
entonces de pronto comienza a arriesgarse y por eso empieza a cambiar.
Usted ha hablado de la invención, y dice Samuel que vivimos con fantasías
que nos construimos para explicar al otro y crear una relación. ¿Se puede crear
una relación en base a fantasías? No es posible hacerlo de otra manera. Cuando uno se enamora
sabe poco del otro en general, pero lo construye a través de las propias
necesidades, los propios deseos. Tú construyes otro yo que es el que va a
satisfacer todos esos deseos, luego nadie satisface todos los tuyos ni todas
tus necesidades y tienes que empezar a adaptarlo a la vida real. Incluso, en una
relación de largo tiempo hay una parte del otro que no conoces y siempre hay
una parte de ti que no muestras, entonces hay siempre un espacio en
construcción imaginada.
¿Entonces uno empieza la relación en base a fantasías y en la segunda
etapa, cuando se conocen los defectos de la otra persona, es amor? Sí, pero también puedes conocer sus
virtudes. Creo que una diferencia entre el enamoramiento y el amor es la
cantidad de fantasías que hay en las dos fases.
Dice Samuel: “A veces
aconsejamos a los demás que hagan justo aquello que hemos hecho nosotros y nos
ha vuelto desgraciados”, ¿es cierto esto? Yo creo que con frecuencia sí. Por ejemplo, me imagino
a esos padres que llevan un matrimonio infeliz, que lo han hecho todo como debía hacerse: conocerse, largo noviazgo
para estar seguros, luego se casan como Dios manda y al poco tiempo son
infelices. Entonces de pronto, cuando su hijo quiere cometer la locura de
casarse con una mujer que conoce hace 15 días, le dicen: “No hagas locuras, eso
no te va a hacer feliz”, bueno, a ustedes su sistema no les ha hecho feliz,
entonces siguen recomendándolo. Es un ejemplo y algo que me llama mucho la
atención, a veces cuando oigo a gente dar consejos a otros en situación de
crisis, de lo que sea, y terminan recomendando aquello que no les ha
funcionado, pero les parece que es lo que se debe hacer. Esa idea del deber a
menudo tapa la situación real de la gente.
Hablando de consejos,
¿cuál le daría a quienes leerán su libro? Que se despojen de prejuicios de ser posible, que no
vayan con la idea preconcebida de lo que tiene que ser el amor y de cómo debe
entenderse, y que intenten no juzgar sino entender al personaje.
Una premiada
trayectoria
Ciudad
de Irún de Poesía por “Biografía del Explorador” (1993).
Grandes
Viajeros de Libros de Viajes por “China para hipocondríacos” (1998).
Primavera de Novela por “Las vidas ajenas” (2005).
Gómez
de la Serna por “La comedia salvaje” (2011).
Anagrama
de Ensayo por “La ética de la crueldad” (2012).
¿Deseas saber más de este autor?
Visita su página
web www.ovejero.info
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