Foto: Maglio Pérez |
El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez, quien visitó República Dominicana para promocionar su novela "El ruido de las cosas al caer", ganadora del Premio Alfaguara 2011, está convencido de que su generación vive con miedo a causa del narcoterrorismo, es por ello que su libro, aunque no fue escrito con tales intenciones -según sus palabras-, trata de descubrir cómo esto ha marcado su vida y sobre todo por qué ha sucedido. En este año, su historia también le ha hecho merecedor del premio italiano Gregor von Rezzori 2013, galardón destinado a las mejores obras narrativas extranjeras.
Una pregunta indiscreta, ¿qué edad tiene usted?
38, no es tan indiscreta (risas).
38, no es tan indiscreta (risas).
Le pregunto porque Antonio Yammara (personaje del libro) dijo haber leído que el hombre debe empezar su historia a partir de los 40 años, ¿ya usted empezó e escribir la suya?
Eso es algo que Yammara lee sin citar la fuente y la fuente es una novela de Juan Carlos Onneti que se llama "El Pozo", en la que el personaje dice eso... Yo tengo dos años para pensarlo, pero creo que voy hacer una novela más bien.
Eso es algo que Yammara lee sin citar la fuente y la fuente es una novela de Juan Carlos Onneti que se llama "El Pozo", en la que el personaje dice eso... Yo tengo dos años para pensarlo, pero creo que voy hacer una novela más bien.
Confiese: ¿Se ha obsesionado usted, al igual que Yammara, con alguien como para querer investigar su vida?
Bueno, sí, muchas veces. De hecho así nació una novela que escribí que se llama "Los informantes", por una curiosidad muy intensa que empecé a sentir por la vida de una mujer judío-alemana que había llegado a Colombia en 1938 y que conocí en 1999. La obligué a que se sentara conmigo 4 o 5 días a que me contara su vida. Con más o menos dedicación, así suelen nacer mis libros, del interés por una persona, alguien que vi o alguien que conozco.
Bueno, sí, muchas veces. De hecho así nació una novela que escribí que se llama "Los informantes", por una curiosidad muy intensa que empecé a sentir por la vida de una mujer judío-alemana que había llegado a Colombia en 1938 y que conocí en 1999. La obligué a que se sentara conmigo 4 o 5 días a que me contara su vida. Con más o menos dedicación, así suelen nacer mis libros, del interés por una persona, alguien que vi o alguien que conozco.
¿O sea que usted ha conocido a los personajes de sus historias?
No siempre. A veces conozco personajes a quienes después les invento una historia. Es el caso del personaje de la novela, Ricardo Laverde.
¿Usted lo conoció?
Conocí a una persona en la época en que estudiaba derecho en Bogotá. Lo vi ponerse unos audífonos para oír una grabación y comenzar a llorar de repente; eso siempre se me quedó como una posible historia para contar. Nunca pude hablar con él... pero hoy me hubiera acercado y le hubiera preguntado: ¿Qué le pasa? ¿Qué está oyendo? ¿Quién es usted? Como no lo pude hacer, entonces unos 20 años después me lo inventé.
¿Por qué escribió el libro en primera persona?
Porque me interesa explorar los hechos que se cuentan en el libro... cómo esa época marcó a mi generación. El narrador en primera persona puede decir: "yo no conozco", "esto es un misterio", "voy a investigar". Eso es más difícil en tercera persona porque el lector siente que hay una voz que ya sabe toda la historia y que simplemente está fingiendo que no la sabe.
¿Y lo logró?
¿Qué cosa?
Responderse.
No, pero si surgieron una cantidad de preguntas interesantes. Yo creo que las novelas no dan respuestas, más bien tratan de hacer más preguntas. Lo que si hacen es permitirle a uno lidiar mejor con la experiencia. Yo creo que vivimos en una situación muy rara que nos acostumbró al miedo y que quedamos con eso por dentro. Así que igual saqué y entendí algunas cosas mejor, pero no resolví todo el problema.
¿Por qué cree que tiene tanta acogida el tema del narcotráfico y los capos en las series, novelas y películas?
Tiene acogida porque es un mundo que se puede contar con mucho amarillismo, con mucho sensacionalismo y eso le gusta a la gente, pero desde luego no es la razón por la que es interesante una novela como "La Virgen de los sicarios" de Fernando Vallejo o como las novelas de Laura Restrepo. Resultan interesantes, no por su tema, por tratar el narcotráfico, sino por cómo lo trata, por revelarnos que no hemos terminado todavía, a pesar de todas las cosas que se han dicho, de entender cuál es el impacto en la vida de la gente.
Pensaba Ricardo Laverde que la ‘cosa' (la droga) algún día se iba legalizar, ¿usted cree que suceda?
No creo, pero me gustaría. Puede que se legalice en algunos países pero eso no tendría ninguna utilidad. Los que creemos que la legalización es la solución a la violencia, a la corrupción, al poder de las mafias, sabemos que tiene que ser total. No tiene ningún sentido que se legalice en algunos países productores y no se legalice en los consumidores, principalmente Estados Unidos, y en Estados Unidos nunca se va a legalizar, porque hay un puritanismo demasiado marcado en la consciencia de la gente para que un político se atreva a pronunciar esa palabra. Allá saben que si un candidato se atreve a pronunciar la palabra legalización, no solo pierde las elecciones, sino que queda muerto como político para toda su vida; entonces eso nunca va a pasar.
No siempre. A veces conozco personajes a quienes después les invento una historia. Es el caso del personaje de la novela, Ricardo Laverde.
¿Usted lo conoció?
Conocí a una persona en la época en que estudiaba derecho en Bogotá. Lo vi ponerse unos audífonos para oír una grabación y comenzar a llorar de repente; eso siempre se me quedó como una posible historia para contar. Nunca pude hablar con él... pero hoy me hubiera acercado y le hubiera preguntado: ¿Qué le pasa? ¿Qué está oyendo? ¿Quién es usted? Como no lo pude hacer, entonces unos 20 años después me lo inventé.
¿Por qué escribió el libro en primera persona?
Porque me interesa explorar los hechos que se cuentan en el libro... cómo esa época marcó a mi generación. El narrador en primera persona puede decir: "yo no conozco", "esto es un misterio", "voy a investigar". Eso es más difícil en tercera persona porque el lector siente que hay una voz que ya sabe toda la historia y que simplemente está fingiendo que no la sabe.
¿Y lo logró?
¿Qué cosa?
Responderse.
No, pero si surgieron una cantidad de preguntas interesantes. Yo creo que las novelas no dan respuestas, más bien tratan de hacer más preguntas. Lo que si hacen es permitirle a uno lidiar mejor con la experiencia. Yo creo que vivimos en una situación muy rara que nos acostumbró al miedo y que quedamos con eso por dentro. Así que igual saqué y entendí algunas cosas mejor, pero no resolví todo el problema.
¿Por qué cree que tiene tanta acogida el tema del narcotráfico y los capos en las series, novelas y películas?
Tiene acogida porque es un mundo que se puede contar con mucho amarillismo, con mucho sensacionalismo y eso le gusta a la gente, pero desde luego no es la razón por la que es interesante una novela como "La Virgen de los sicarios" de Fernando Vallejo o como las novelas de Laura Restrepo. Resultan interesantes, no por su tema, por tratar el narcotráfico, sino por cómo lo trata, por revelarnos que no hemos terminado todavía, a pesar de todas las cosas que se han dicho, de entender cuál es el impacto en la vida de la gente.
Pensaba Ricardo Laverde que la ‘cosa' (la droga) algún día se iba legalizar, ¿usted cree que suceda?
No creo, pero me gustaría. Puede que se legalice en algunos países pero eso no tendría ninguna utilidad. Los que creemos que la legalización es la solución a la violencia, a la corrupción, al poder de las mafias, sabemos que tiene que ser total. No tiene ningún sentido que se legalice en algunos países productores y no se legalice en los consumidores, principalmente Estados Unidos, y en Estados Unidos nunca se va a legalizar, porque hay un puritanismo demasiado marcado en la consciencia de la gente para que un político se atreva a pronunciar esa palabra. Allá saben que si un candidato se atreve a pronunciar la palabra legalización, no solo pierde las elecciones, sino que queda muerto como político para toda su vida; entonces eso nunca va a pasar.
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